Catecismo Menor de Westminster: Exposición Dominical
Pregunta °1:
P.1 ¿Cuál es el fin principal de la existencia del hombre?
R. El fin principal de la existencia del hombre es glorificar a Dios, y gozar de él para siempre.
Exposición
La respuesta a la primera pregunta se halla en una especie de dos artículos que revelan el propósito de la existencia del hombre. Estos serían: (1) Glorificar a Dios, y (2) gozar de Él para siempre. Comencemos por el principio.
(1) Glorificar a Dios
Algo que todo creyente debe saber es que el motivo de su existencia es alabar a Dios y darle gloria en todo, como dice san Pablo: "Si, pues, coméis, o bebéis, o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31). Si bien no siempre es fácil hacer todo para la gloria de Dios —ya sea por olvido o simple apatía—, no debemos tomar eso como una excusa para no esforzarnos por hacerlo. El Señor es el mismo Dios que una vez dijo: "amarás pues a YHVH tu Dios, y guardarás siempre su precepto, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos" (Deuteronomio 11:1). Así pues, el Señor YHVH sigue diciendo esto, pues Él no cambia. Debemos esforzarnos en vivir para su gloria, obedeciéndole y sometiéndonos a su santísima voluntad.
El Señor también dijo a Israel: "¿qué te pide YHVH tu Dios, sino que temas a YHVH tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a YHVH tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, guardando los mandamientos de YHVH y sus estatutos que te prescribo hoy para provecho tuyo?", ¿Qué es esto sino vivir para la gloria de Dios? No hay manera de vivir para la gloria de Dios sin obediencia a su Palabra. "Incliné mi corazón a cumplir tus estatutos, De continuo y hasta el fin" (Salmo 119:112). Glorificar a Dios implica obedecerle, pues en la obediencia manifestamos nuestro amor por Él, y uno que ama a Dios, es uno que le glorifica con su sola existencia. Así pues, hermanos, seamos capaces de decir junto con todos los santos: "¡Digno eres, oh Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existieron y fueron creadas!" Es pues, necesario, que nos inclinemos y obliguemos todos los días de nuestra vida a dar gloria a Dios en todo cuanto hagamos. Y, el que a veces se nos olvide, o se nos haga difícil, no representa ninguna excusa para eludir el mandamiento.
(2) Gozar de Él para siempre
En el principio, cuando el Señor creó al ser humano, no lo hizo con el propósito de estar alejado, sino para vivir en plena comunión con él. "Y vio ’Elohim todo lo que había hecho, y he aquí estaba muy bien" (Génesis 1:31). Entonces, Dios hizo todo bueno, por lo cual la creación del hombre, en un principio, también fue buena. Él creó al hombre para que disfrutara de Él, y ese es el propósito que todo hombre debería recuperar. Así como dijo el rey David: "¿A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra", así debemos decir todos los hijos de Dios. Nuestro mayor deleite es Él. Nuestro gozo está en Él. Todo el sentido de nuestra vida se encuentra en vivir para Él. "...Porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5c). Dios es todo lo que tenemos, Él es nuestro tesoro. Así como los levitas no heredaban nada de tierra, porque Jehová era su herencia (Deuteronomio 18:1-2), así nosotros no necesitamos nada en la tierra, porque nuestra riqueza está en los cielos, y nuestras bendiciones son las del Espíritu (Mateo 6:19-20; Efesios 1:3).
Es, entonces, el fin del hombre, glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. Amén.
Enseñanza Ilustrada
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