Presuposiciones y Premisas en el estudio de la Teología Sistemática
Este tipo de
presuposiciones y premisas solo buscan invalidar la verdad de la Palabra de
Dios. La Biblia nos enseña: (1) Que Dios es cognoscible, Porque las cosas
invisibles de él, su eterno poder y divinidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa (Ro 1:20). (2) Que Dios se ha revelado, porque
lo que de Dios se conoce es manifiesto entre ellos, pues Dios se lo manifestó
(Ro 1:19). (3) La Biblia es la Palabra de Dios, y todo lo escrito en ella es
verdad, pues las Escrituras no pueden ser quebrantadas (Jn 10:35), son
inspiradas por Dios (2 Ti 3:16-17; 2 P 1:19-21), que son Palabras de
Dios (2 Ts 2:15; 1 Ts 2:13), que la Palabra de Dios es verdadera (Sal 119:86a,
142b, 160), y que no se equivoca (Pr 30:5-6). Es, por tanto, la Biblia,
toda la verdad. Al ser la Palabra de Dios, ella no puede equivocarse, pues es
completamente verdadera. Cuando Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y
la vida (Jn 14:6), estaba también afirmando que la Biblia es verdad. Al ser
la Biblia llamada «Palabra de Dios», y al ser Jesús la Palabra de Dios
encarnada, esto es, el λóγος, el verbo de Dios, queda claro que la afirmación
de Cristo nos deja ver que toda la Palabra de Dios es verdadera, eso incluye
implícitamente a las Sagradas Escrituras.
Cualquier
presuposición que vaya en contra de la verdad de la Palabra debe ser rechazada,
o en palabras de un teólogo: «Cualquier enseñanza que no encuadre con las
escrituras debe ser desechada, aunque haga llover milagros todos los días»[iv]. La
Biblia es la verdad, en ella no hay engaño. Charles Spurgeon dijo: «¿Qué puede
hacer el marinero sin la brújula? ¿Y qué puede hacer el cristiano sin la
Biblia? Es ésta la carta infalible, el mapa en que están registrados todos los
bancos de arena»[v].
Se hace necesario, pues, que determinemos desechar toda presuposición de
nuestra mente que anule las verdades de la Palabra de Dios, llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Co 10:5). Sobre esto,
Calvino comentó: «debemos renunciar a nuestro propio entendimiento y renunciar
a la sabiduría de la carne, y así debemos presentar nuestras mentes a Cristo
vacías para que él las llene»[vi].
De manera que nuestro deber al venir a la Palabra, y al venir a Cristo, es
renunciar a nuestras presuposiciones falsas.
Sin embargo, y a
pesar de todo esto, existen algunas presuposiciones y premisas válidas que todo
creyente debería tener al sumergirse en las páginas de la Escritura. Una de
ellas es, por supuesto, reconocer el hecho de su inspiración divina. Al comprender
y entender que la Biblia es fruto del poder de Dios, y que Dios utilizó hombres
para dejar por escrito su Palabra, es una presuposición sumamente válida que
debemos tener al estudiar la Biblia. Asimismo, una premisa importante es la que
reconoce la inerrancia y la infalibilidad de la Biblia. Estos dos
puntos serán tocados cuando hablemos de la revelación de Dios y la Escritura.
Queda claro,
pues, que las premisas y presuposiciones que buscan invalidar la autoridad de
la Escritura deben ser desechadas, pero las que se someten a su autoridad y
reconocen su poder divino deben ser abrazadas. A pesar de esto, debemos
entender que las personas siempre tendrán sus prejuicios contra la verdad de
Dios; incluso, dentro de los mismos sectores ‘evangélicos’, las personas
tenderán a rechazar las verdades bíblicas, cambiando la verdad por la mentira,
y creyendo a las falsas ideologías y filosofías modernas. ¿Por qué si la Biblia
demuestra con tanta claridad ser la Palabra de Dios, tantas personas la niegan?
Johannes G. Vos dijo:
Porque el
corazón humano pecaminoso está fuertemente prejuiciado en contra de Dios y de
la verdad de Dios. Las evidencias ordinarias son suficientes para convencer al
indagador neutral y sin prejuicios de que la Biblia es la Palabra de Dios. No
obstante, lo cierto es que no existen indagadores neutrales y sin prejuicios.
Toda la raza humana ha caído en el pecado; el corazón humano está en tinieblas;
el hombre ‘natural’ se encuentra apoderado por prejuicios tremendos que le
impiden aceptar la Biblia como la Palabra de Dios. Fuera de la obra especial
del Espíritu Santo en el corazón del hombre, no habría un solo creyente
verdadero en todo el mundo[vii].
De modo que, al leer este excelente
comentario, deberíamos comprender el hecho de que siempre habrá detractores de
la Biblia. Eso no debe preocuparnos, más bien, agradezcamos a Dios y a Cristo,
por habernos revelado al Padre, y roguémosle por la vida de aquellos hombres,
para que, si es su voluntad, pueda concederles el arrepentirse.
[i] Nota At.: Parte
de la filosofía kantiana está en que Dios no puede conocerse y que la
Biblia no es la Palabra de Dios, como también creía Albert Einstein
[ii] Nota At.: El
movimiento neoortodoxo de Karl Barth se caracterizó por las afirmaciones
de esta clase
[iii] Nota At.: Esta
idea parte del subjetivismo filosófico de personajes como el existencialista
J.P. Sartre, el neokantiano Hermann Cohen, entre otros
[iv] Nota At.: Algunos
atribuyen la frase a Lutero, sin embargo, nunca conseguí una fuente que lo
demuestre en verdad
[v] Charles
Spurgeon, Lecturas Matutinas, 1 de septiembre, Confiando en Dios que todo lo ve
(Editorial CLIE)
[vi] Juan
Calvino, Comentario Bíblico, Nuevo Testamento, 2 Corintios 10:5 (Traducción por
Jonas Jones)
[vii] Johannes G.
Vos, Comentario al Catecismo Mayor de Westminster, Pregunta 4.15 (P&R
Publishing, obra sin traducir)
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