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Estudio Bíblico: Marcos 9

 Guerra Espiritual real - Marcos 9

    Estudio Bíblico en Marcos 9 por: Mauricio Madriz

    v.1 Cristo comienza diciéndole a sus discípulos que algunos no morirían sin antes haber visto el reino de Dios venido con poder. Muchos nos preguntamos: "¿A qué se refería Cristo con el reino de Dios?", bueno, es obvio que no se refería a su reino material literal, pues ya todos los apóstoles murieron y ninguno vio eso. Es probable que Cristo se haya referido al establecimiento espiritual del reino de Dios; el pastor R.C Sproul dijo sobre esto: "Entonces Jesús hizo el extraño anuncio: el reino de Dios está entre ustedes. Él dijo: si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado. En cierto sentido, el reino de Dios irrumpió en la historia".

Otra interpretación que es todavía más probable es que Cristo haya dicho esto por lo que sucedería más adelante en la transfiguración, lo que es ciertamente un atisbo del reino de Dios y la segunda venida de Jesucristo. Yo me quedo con la segunda opción por la armonía en los evangelios sinópticos (véase Mat. 17:1-13; Lc. 9:27-36).

vv.2-3 Tan solo imaginar lo glorioso de ver al Señor Jesucristo en todo su esplendor, demostrando su esencia divina "porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Col. 2:9). Fue tanta la gloria que las ropas del Señor se tornaron blancas como la nieve, así como la de la multitud vestida de blanco (Ap. 7:9-17), ¡Pero sin duda mucho más glorioso! Las vestiduras blancas siempre son una representación visual de la pureza, ¡Cristo es perfecto! Nuestro Señor es sin mancha, y su perfecta justicia nos fue imputada en la cruz del calvario, ¡Aleluya! El apóstol Pedro dio testimonio de esta experiencia (2 P. 1:16-18) y nos dejó bien claro que este suceso fue algo glorioso, ¡Ellos vieron la majestad de Dios el Hijo!

vv.4-6 El pasaje opta por mostrar una sola de las reacciones de uno de los apóstoles, el intrépido Pedro, que, como siempre, tenía algo que decir. Marcos aprovecha para decirnos que lo que Pedro decía era porque estaban sumamente sorprendidos. La palabra literal en griego dice que estaban "aterrados hasta el tuétano" (ékfobos).

vv.7-8 Este momento fue tan glorioso, que los apóstoles que estaban con el Señor pudieron escuchar la voz del Padre, la primera persona de la Santísima Trinidad, ese Señor glorioso, ese del que el apóstol Pablo dice "para que Dios sea todo en todos" (1 Cor. 15:28); ese que nos escogió en Cristo desde antes de la fundación del mundo; ese que nos salvó y llamó con llamamiento santo; ese, el Padre de las luces, a Él fue a quien los santos apóstoles escucharon. Marcos no incluye la frase "en el cual tengo complacencia", tal vez por lo resumido del evangelio, pero lo que vemos es que hay una clara diferencia entre el Padre y el Hijo, no son la misma persona. La doctrina de la Trinidad es crucial dentro del cristianismo, y su hermosura llena las páginas de la Sagrada Escritura. El catecismo bautista dice: "El Dios único existe en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos tres son un solo Dios, estos tres tienen una misma esencia, son iguales en poder y gloria" (Pregunta 6). La confesión de fe de 1689 dice: "En este ser divino e infinito hay tres subsistencias... El Padre no es engendrado ni procede de nadie; el Hijo es engendrado eternamente del Padre; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo; todos infinitos, sin principio y, por tanto, son un solo Dios..." Por sobre todo esto, la Biblia dice: "En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios... porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad... Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo". Es imposible leer la Biblia sin encontrarse con esta doctrina fundamental de nosotros los verdaderos cristianos.

vv.9-10 Los apóstoles no entendieron a qué se refería Jesús con "resucitar de los muertos", tal vez ellos tenían la duda, pues los judíos guardaban la doctrina de la resurrección de los muertos, o al menos los que seguían la enseñanza fariséica de aquel tiempo; puede ser que ellos pensaran que Jesús se estaba refiriendo a esa resurrección, tal como pasó con Marta (Jn. 11:24), o simplemente puede ser que ellos no hayan entendido porque el Señor no se los había concedido (Lc. 24:31). En cualquier caso, ellos no divulgaron el hecho hasta después de la resurrección del Señor; cumplieron el mandato de Cristo.

vv.11-13 ¿Quién fue el Elías que vino antes de Cristo? Ciertamente era Juan el bautista, primero, porque en el pasaje paralelo del evangelio de Mateo, en el capítulo diecisiete, versos doce al trece, el apóstol nos aclara (bajo inspiración del Espíritu Santo) que los discípulos entendieron que Jesús, al decir eso, habló de Juan el bautista.

El bautista cumplió con la profecía dicha por Isaías en el capítulo cuarenta de su libro, verso dos. Asimismo, Juan cumplió con la labor de abrir el camino para el Mesías. No queremos decir que Juan el bautista haya sido una especie de reencarnación de Juan el bautista, sino que Elías era un prototipo de Juan el bautista.

vv.14-19 Los apóstoles y Jesús bajaron del monte, y cuando llegaron a donde estaban el resto de discípulos, se dieron cuenta de que había un muchacho endemoniado. Es importante analizar el comportamiento de este demonio, el cuál el mismo Cristo describe como un género, dando a entender que es cierto tipo de demonio. El texto no es muy claro, aunque es muy probable que eso haya sido lo que Cristo quiso dar a entender.

El comportamiento de este espíritu inmundo era:

1). Violento

2). Epiléptico

3). Autolesivo

Con esto no queremos decir que todos los espíritus inmundos se comporten así, pero, ciertamente hay un género que hace esto. Es común ver en sesiones espiritistas a personas siendo poseídas por espíritus inmundos que hacen esto. En Venezuela esto existe. La guerra espiritual es una realidad que algunos sectores ignoran, y otros llegan al extremo animista de pensar que todo lo malo que ocurre es por un espíritu maligno. Sin caer en ningún extremo, veamos cómo Cristo lleva acabo la guerra espiritual.

Cristo se molestó porque los discípulos no lograron echar fuera el demonio, esto se debió a su falta de fe, ayuno y oración (Lc. 17:20), aunque los mejores y más antiguos mss. no incluyen la palabra ayuno, sin embargo, el ayuno es importante en la vida de un cristiano, el mismo Cristo asume que ayunaremos en su sermón en el monte (Mat. 6:16-18). 

vv.20-23 Ahora bien, Cristo manda a traer al muchacho, y cuando el espíritu inmundo vio a Jesús, comenzó a hacer daño al muchacho y a provocarle convulsiones. En pocas palabras,  el demonio buscaba matar al joven. Cristo, al ver el deseo del padre de que su hijo fuera libre, le dice: si puedes creer, al que cree todo le es posible, una de las afirmaciones más malinterpretadas de Cristo. Jesús no está diciendo que si crees que puedes tener un negocio millonario, lo tendrás. Si prestamos atención al contexto, nos daremos cuenta de que Cristo se refiere a la liberación del joven. Entonces, ¿Quiso Cristo decir que si creemos cualquier cosa, entonces pasará? No. ¿Quiso decir que si creemos que solo el poder de Cristo puede liberar a cualquier endemoniado, y confiamos plenamente en Él, entonces, según su voluntad, los demonios huirán? Sí.

vv.24-29 Para una guerra espiritual exitosa, es necesario tener una fe genuina; un falso creyente no echa fuera a los demonios, más bien el está del lado de ellos, y ellos lo mantienen engañado. El falso movimiento carismático de la guerra espiritual contemporánea es un movimiento plagado de ladrones, falsos apóstoles y profetas, falsos maestros y falsos creyentes, que creen que tienen algún superpoder por sobre los demonios, pero no se dan cuenta de que ellos están siendo usados por los demonios.

El padre del muchacho le dijo algo clave: ayuda mi incredulidad. Sin duda necesitamos ayuda del Señor para luchar contra la incredulidad, que es un pecado, y solo el Señor puede destruir la incredulidad que abunda en nuestros corazones. Recordemos que en otro tiempo el diablo había cegado nuestro entendimiento, pero fue por misericordia que el Señor nos llamó eficazmente, y por su Palabra nos hizo renacer para una esperanza viva. Yo creo que este señor experimentó eso aquí.

Volviendo a la guerra espiritual, veamos cómo Cristo abordó el exorcismo del muchacho: Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Analicemos la primera oración: cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, es decir, cuando Cristo se dio cuenta de que muchas personas se estaban acercando para ver, él se apresuró a exorcizar al muchacho. La palabra original para agolpaba es episuntréjo, que significa literalmente "apresurarse para reunirse en un lugar". Cristo se dio cuenta de que la liberación del joven podía convertirse rápidamente en un espectáculo, y prefirió apresurarse. Hoy en día, muchos supuestos guerreros espirituales prefieren hacer justo lo contrario de Cristo. Ellos más bien llaman a la gente a agolparse, y hacen del "exorcismo" (que no es más que un engaño) un show y espectáculo. Cristo nos enseña que esto debe hacerse con tranquilidad y no con ánimo de llamar la atención de las personas.

Otra cosa importante, recordemos que la autoridad de Cristo no puede compararse con la autoridad de nosotros. La autoridad que Cristo nos dio puede traducirse del griego exousia, que tiene muchos significados, pero en el contexto de autoridad en la iglesia, siempre se nos da a entender que se trata de una autoridad delegada, es decir, no perteneciente a nosotros, sino de Cristo. Nosotros no tenemos la autoridad, Cristo tiene la autoridad, y Él nos ha permitido hacer uso de ella para echar fuera a los demonios. Este es el tipo de autoridad que delegó a sus discípulos cuando los comisionó. Esta autoridad no es para hablar con los demonios, ni para verlos, ni para blasfemar contra ellos; tanto Pedro como Judas nos dejan claro que no podemos blasfemar contra ellos, y que quienes hacen esto son falsos maestros, animales irracionales en palabras de ellos. Ni el mismo Miguel blasfemó contra el diablo, ni lo reprendió en su propia autoridad, sino que reconoció que la autoridad para echarlo fuera venía de Dios, y por lo tanto dijo: Que el Señor te reprenda. Nosotros no reprendemos a los demonios, es Dios quien los echa fuera. El mismo Cristo dijo: Si yo por el dedo (dáktulos) de Dios echo fuera demonios, dejándonos ver que el poder para echar fuera a los demonios viene del Padre. Si creemos que nosotros tenemos el poder o la autoridad sobre los demonios, estamos en un grave error; Cristo tiene autoridad sobre ellos, no nosotros. Cristo echa fuera a los demonios con su propio poder, mas nosotros lo hacemos en su nombre, por el poder de Él, no el nuestro, pues nosotros no tenemos poder, sino el Espíritu de Dios en nosotros.

Cristo no hizo espectáculo del exorcismo, no se puso a declarar, ni a decretar, ni a clamar su propia sangre, ni echando aceite, ni haciendo "danzas proféticas", ni rociando vino sobre el endemoniado. Cristo simplemente echó fuera al demonio, y el espíritu lo dejó. Eso es todo lo que debemos hacer, pedir al Señor que reprenda a ese demonio, del mismo modo que el ángel de Jehová lo hizo hacia satanás en Zacarías capítulo tres. La guerra espiritual es una realidad, pero no debemos ver espíritus en todos lados, ni ser animistas. La guerra espiritual no debe practicarse basándose en los testimonios de exbrujos, ex-santeros, ex-espiritistas, ex-babalaos, ni ningún testimonio personal de ese tipo de personas. La guerra espiritual debe practicarse basándose solamente en el testimonio de Dios en las páginas de las Sagradas Escrituras.

Jesús declara a sus discípulos que ese género (génos) de demonio solo sale con oración. No se refiere a que hay que hacer una oración y el demonio saldrá; Cristo se refiere a que es necesario mantener una vida constante de oración y dependencia en el Señor. Un inconverso, por muchas oraciones que haga, no echará fuera los demonios. Un creyente, con una vida de oración constante, está capacitado y armado para enfrentar estos casos, que no son comunes. El género al que Jesús se refería probablemente se trataba de un tipo de demonio específico, que busca dañar el cuerpo de la persona, autolesionarlo y matarlo si fuera posible. No obstante, debemos comprender que no porque una persona sea epiléptica está endemoniada. Esto debe tratarse con discernimiento, y este solo se obtiene mediante el estudio profundo de la Palabra de Dios. Si dependemos de Dios, y confiamos solo en Él, haremos una guerra espiritual exitosa.

vv.30-32 Notamos que Cristo, al salir del exorcismo que hizo, se fue a Galilea, y no quería que nadie supiera de su ubicación ¿Por qué? pues para evitar la aglomeración de las personas, mismas que habían comenzado a "agolparse" en el pasaje anterior para ser testigos de la liberación realizada por la mano de Cristo. Marcos nos muestra que Jesús estaba a punto de morir, y el mismo Cristo dice a sus discípulos que moriría, pero resucitaría, pero ellos tenían miedo de preguntarle, ya que no comprendían a qué se refería. Tal vez tuvieron miedo de que los regañara.

vv.33-37 Jesús nos da una enseñanza hermosa en este pasaje. No vale la pena discutir sobre quiénes son los mayores, sino que más bien debemos servir al Señor, y Él nos recompensará a su debido tiempo. El que quiera ser el mayor, debe servir a todos. Esto nos muestra la humildad que debemos tener como ministros de un nuevo pacto. Este tiempo no se trata de títulos, cargos o posiciones (aunque Dios sí haya establecido cargos para gobernar su iglesia), sino que la vida de un ministro se trata de servicio. La palabra ministerio (leitourgeó) significa literalmente servir, o servir públicamente, por lo tanto, si queremos ser ministros del Señor, debemos estar dispuestos a servir. El ministro del Señor es un siervo por excelencia, que no está buscando rango, sino que, en humildad, busca servir a todos. Cristo también muestra la importancia de los niños, mostrándonos que para Dios, los niños son muy importantes. Me recuerda al lema del ministerio "Oansa", que dice: Porque los niños son importantes para Dios. Esta verdad la vemos reflejada en el pasaje. No rechacemos a los niños, más bien démosle la bienvenida a la iglesia, y seamos siervos para ellos también.

vv.38-41 Los apóstoles creían que si alguna persona no caminaba al lado de ellos, entonces no era de ellos. Cristo les deja bien en claro que todo el que viva en el nombre de Jesús, ese es de ellos. Cristo usa estas palabras: porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Los verdaderos hijos de Dios se distinguen del mundo, y estos no son del mundo (Jn. 17:16). Los que verdaderamente confiesan que Jesús es el Señor, con verdadera fe en su corazón y creyendo realmente, esos son hijos de Dios, y están con nosotros (1 Jn. 4:15). Vivamos en unidad, pero unidos en la verdad del Señor. Todo el que no comparta la verdad de Dios, no puede ser llamado hijo de Dios (2 Juan 9-11).

vv.42-44 Cristo nos muestra el terrible final de aquellos que son piedra de tropiezo para los hijos de Dios, y este será el castigo eterno, en la profunda oscuridad (2 P. 2:17) y el lago de fuego (Ap. 20:15). Todo el que haga tropezar a los pequeñitos del Señor (no solo los niños, sino que en el Señor todos somos como niños, pues es necesario hacerse como un niño para entrar en el reino de Dios) será juzgado por Dios, y será condenado; cuidémonos pues, de ser piedras de tropiezo para los creyentes más débiles, y tengamos cuidado de no causar confusión a nadie.

vv.45-48 El Señor Jesús nos muestra la realidad que la tentación puede causar en el corazón de los hombres. Si sabemos que algo nos puede causar la caída, debemos cortarlo de nosotros. Cristo utiliza un lenguaje hiperbólico al decir que nos saquemos un ojo, o que nos cortemos un pie; lo que el Señor nos quiso decir fue que quitemos de nuestras vidas todo lo que pueda sernos ocasión de caer. Recuerdo lo que hizo José, él fue tentado por la mujer de Potifar, y decidió huir. Creo que el caso de José es el mejor ejemplo de sacarnos un ojo, o cortarnos un pie. El Señor nos dice que mejor nos es entrar sin un ojo al reino de los cielos, que todo nuestro cuerpo sea arrojado al infierno. Es preferible que renunciemos a las cosas que nos son ocasión de caer, que vivir en ellas y luego ser lanzados al infierno. Tal vez amemos jugar videojuegos, pero es posible que nos sean ocasión de caer. Tal vez amemos el fútbol, pero es posible que nos sea ocasión de caer. Sea lo que sea, Cristo nos enseña que nos deshagamos de todo lo que nos lleve a caer, porque mejor nos es entrar sin eso al reino de los cielos, que ser arrojados al infierno con todo y nuestros malos hábitos.

vv.49-50 Jesús usó la sal para ilustrar tres cualidades que deben hallarse en la vida de su pueblo:

(1) Deberíamos recordar siempre la fidelidad de Dios; la sal se usaba en los sacrificios para recordar el pacto de Dios con su pueblo (Lev. 2:13).

(2) Deberíamos ser eficaces en sazonar el mundo en que vivimos, así como la sal lo es en dar sabor a la comida (véase Mat. 5:13).

(3) Deberíamos neutralizar la moral decadente de la sociedad, así como la sal preserva los alimentos de la descomposición. Cuando perdemos el deseo de "dar sabor" a la tierra con el amor y el mensaje de Dios, nos volvemos inservibles para Él.

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