¿Por qué la doctrina es tan importante?
Hay personas que se hacen llamar "cristianas" que no tienen ningún interés por la doctrina cristiana. Esto es algo tan ilógico, que es como decir que un automóvil no tiene interés por la gasolina; o decir que un bebé no tiene interés por la leche de su madre. Un supuesto "cristiano" sin interés por la doctrina, es una de dos cosas:
1. Un perezoso
2. Un inconverso
Cualquiera de las dos, ambas están muy mal. Existen algunos cristianos que son perezosos, les cuesta estudiar la Palabra de Dios, les cuesta orar, y les cuesta todo lo que corresponde a vivir piadosamente. Esto es comprensible en los nuevos creyentes, a los que, generalmente, crecer en la santidad y en la vida piadosa personal les es difícil, aunque poco a poco se van adaptando. Existen otros que son perezosos y llevan mucho tiempo en el camino del Señor. Este tipo de creyentes necesitan una larga exhortación de parte de los hermanos, y necesita ayuda de sus hermanos más fuertes. Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo (Gal. 6:2).
Ahora bien, existe otro tipo de personas que no son cristianas, pero se engañan a sí mismas, pensando que sí lo son, sin embargo, su falta de interés en conocer a Dios los delata. Estas personas se jactan de vivir una "vida de relación íntima con Dios", pero lo cierto es que es imposible conocer a Dios sin estudiar a profundidad su Palabra. Hay personas que creen estar viviendo una vida de relación íntima con Dios, y en realidad tienen una relación íntima con el dios de su mente, El fin de ellos será la perdición, su dios es su estómago, su gloria se halla en su vergüenza, y piensan solamente en lo terrenal (Fil. 3:9). Es más probable que estas personas tengan una relación con el diablo antes que con Dios.
El apóstol Pedro deja bien en claro que el evangelio no viene por cuentos de personas, cosas inventadas por personas, "nuevas revelaciones", palabras "rhema", o cualquier otra ridiculez inventada por algún líder carismático del siglo XX o XXI. El apóstol Pedro dice: Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas (2 P. 1:16a), es decir, Pedro nos está diciendo que el evangelio no se basa en palabras falsas, o fábulas artificiosas, es decir, "cuentos chinos", como diríamos algunos. Más bien, Pedro dice que el evangelio se basa en esto: sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad (2 P. 1:16b). Lo primero que Pedro nos muestra es que lo primero en que ellos (los apóstoles) fundamentan su evangelio es en haber sido testigos oculares de la gloria de Cristo. Lo segundo, es esto: Tenemos también la palabra profética más segura (2 P. 1:19a), la palabra "más segura" (bebaioteron) denota mayor seguridad, más certera. Probablemente Pedro haya querido decir que la Palabra profética es más segura o certera que las experiencias; también puede significar algo como: "tenemos una autoridad muy confiable, el Antiguo Testamento, como testigo del regreso de Cristo". En cualquier caso, Pedro llama más segura a la Palabra de Dios. Yo decanto por la interpretación de que la Palabra de Dios es más segura que las experiencias. Tal vez las experiencias de los apóstoles y profetas hayan sido las experiencias más increíbles e inexplicables, nadie negará eso, pero hoy en día ese tipo de experiencias ya no se dan, por lo tanto, la Escritura debe ser superior a toda experiencia. Las Escrituras fueron lo que dio testimonio de la experiencia de los apóstoles, y les confirmó eso, pero hoy no hay ninguna experiencia que pueda compararse con las Escrituras.
El evangelio de Jesucristo no es compartido en base a nuestro testimonio persona, experiencias personales, revelaciones privadas, o cualquier cantidad de cosas. El evangelio de Jesucristo tiene fundamento en las Escrituras, la revelación completa de Dios, siendo Cristo el último discurso del Padre (Heb. 1:1-2a). Prediquemos un evangelio bíblico, contenido en las Escrituras, y no el evangelio de nuestras experiencias. La Palabra de Dios es la fuente de todo conocimiento acerca de Dios, y, por lo tanto, por medio de ellas conocemos a Dios. Si no comprendemos las Escrituras, nuestro conocimiento de Dios estará cimentado en nuestras supuestas experiencias y nuevas revelaciones, lo cual es ridículo, pues una es la revelación de Dios y uno su mensaje, un Señor, una fe, un bautismo (Ef. 4:5). No son varias fes, es una sola fe, dada por el mismo Jesucristo a través de sus santos apóstoles.
Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos (Jud. 3). Judas nos mostró que es necesario defender la fe que fue dada una vez a los santos, es decir, las creencias esenciales de nuestra fe cristiana. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra (2 Ts. 2:15). La doctrina no es algo secundario, es algo primario de la cristiandad, algo que debe ser defendido a toda costa, Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo (2 Jn. 9). Es importante preservar lo enseñado por los apóstoles tal y como fue escrito. No debemos cambiar nada, porque esta es la sana doctrina, por eso Juan, al final de Apocalipsis dice: Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (Ap. 22:18-19).
Si usted está en una "iglesia" donde no están siguiendo la misma enseñanza que los apóstoles dejaron por escrito en las páginas de las Sagradas Escrituras, entonces salga de ahí. No se habla de diferencias interpretativas menores, o asuntos muy secundarios, sino de lo que está más que claro en las Escrituras. Si usted permanece en esta "iglesia" donde se enseña una doctrina que no es conforme con las palabras dichas por los apóstoles de Jesucristo, entonces: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros (2 Ts. 3:6). Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras (2 Jn. 10-11). No consienta en los errores de los falsos profetas, antes bien, haga caso de lo que Pablo dijo: Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas (Ef. 5:11).
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